martes, 20 de julio de 2010

El rock & roll no era una cuesta, eran dos paredes.

Para que durante el verano no nos anquilosemos, a lo tonto se nos ocurrió correr la IV Carrera del Rock and Roll de El Escorial. Una buena excusa para pasar un fin de semana diferente con los amigotes. Nos juntamos un montón y corrimos cuatro: J'Hayber, Miguel, un servidor y el gran Agustín que nos sorprendió a todos con su magnífico debut en este mundillo de las carreras.


Pasamos una mañana de sábado tranquila, comiendo moderadamente y sin hacer los excesos que tanto nos gustan. Por la tarde se suavizó la temperatura y vimos que todo era favorable para hacer una buena carrera.
En la salida estábamos unos 800 corredores, que era menos de lo que se esperaba pero aun así había un gran ambiente, con un concierto preparado para el final y varios grupos actuando en los puntos estratégicos del recorrido.
Ay, la que me esperaaaaa...


Los mejores atletas que ha dado la historia
Sin más, nos pusimos en marcha a buen ritmo. J'Hayber y Miguel, debido a su superior categoría, se fueron para adelante y Agustín y yo, a pesar de que había alguna que otra rampa durilla, cubrimos los primeros 4 kmts. en unos 24 minutos, frescos como lechugas.
Y entonces llego ella...
La famosísima "Cuesta Rompecorazones" (se merece las mayúsculas) se presentó ante nosotros sin piedad ni consideración. Una auténtica pared que convertía en dulces sueños nuestras más terribles pesadillas. A mitad de la misma, nuestros amiguetes nos hacían fotos y no sabían si reír o llorar. Llegamos a la cima donde un grupo de rockanrolleros peludos tocaban heavy a ritmo frenético. Nos daba tiempo para tomar ligero resuello y seguir corriendo, cuando en el recodo de una curva, sin previo aviso, nos esperaba LA PRIMA de la Cuesta Rompecorazones, que es exactamente igualita de cabrona que ella. Ya nos olíamos algo, puesto que la cuesta famosa nos había parecido más corta que los 900 metros que decían que tenía. Cuando vimos esa segunda pared, a mi me dió la risa tonta y Agustín sólo pudo balbucear: "ost...."
Sufriendo...

...pero disfrutando.
Pero, como la vida suele darnos cal y arena a partes iguales, al final de esta segunda rampa ya sólo nos quedaba tirarnos hacia la meta durante el último kilómetro y medio. Aumentamos el ritmo muy contentos y llegamos a la meta encantados de la vida para reunirnos con nuestros compañeros de fatigas y celebrar la victoria por todo lo alto. 
Muchas gracias a todos los amigos y amigas que nos acompañaron en este día tan intenso. Nos ayudaron mucho. El año que viene volveremos porque nos va la marcha. Todo el mundo lo sabe. Los viejos rockeros nunca mueren.